sábado, junio 11, 2016

El momento de la generosidad

Empecemos un nuevo post sobre política, pergeñado esta mañana mientras corría, acompañado de unas excepcionales vistas, por la carretera de les Aigües de Barcelona. En España hubo una transición que, mitificada o no, tuvo y tiene todavía una gran aceptación. Permitió pasar de un régimen dictatorial a una democracia en la que todos los partidos pasaron a tener voz. Ese acto colosal de entendimiento, que fue en parte posible gracias a unas circunstancias de ilusión colectiva por un proyecto común, se ha ido desdibujando: necesita de un mantenimiento que no ha tenido. La principal característica que a mi entender tuvieron quienes hicieron posible la democracia, junto con la ilusión, fue la generosidad. Y ese es el elemento que debe volver para engrasar el engranaje que se puso en marcha con la transición. La democracia en España vive un momento de colapso, de ralentización, que contrasta con el dinamismo de los primeros años: en primer lugar, la política se ha burocratizado, enquistado, profesionalizado hasta traspasar líneas indeseables. Por otra parte, los intereses particulares de los partidos y los grupos o particularidades están substituyendo a los intereses colectivos, o los de todos. Además, la demagogia ha anidado en el caldo de cultivo de las distintas crisis y han entrado en escena "nuevos" populismos que simplifican uno o varios aspectos de nuestra realidad colectiva. Todo ello tiene un responsable: el bipartidismo que representan PP y PSOE. No creo que sean parte del problema, sino de la solución, pero a mi entender, la generosidad que tuvieron ciertos políticos hace 40 años, se debe traducir ahora en una gran regeneración de estos dos partidos. Y el pistoletazo de salida de la regeneración, si es que el espíritu de servir a sus conciudadanos es lo que les llevó a dedicarse a la política, debería ser un paso al lado de decenas de personas de estos dos partidos. No podemos arreglar nuestros problemas actuales con las personas que los crearon. En efecto, a mi entender, no es una cuestión de partidos, sino de personas y de sus valores.  Ojalá nos volvamos a ilusionar de nuevo con el gobierno de lo común. Solo será posible con la generosidad de muchas personas. 

domingo, abril 24, 2016

El aburrido y autoritario carril único

Esta mañana, mientras desayunaba en un agradable café de la bulliciosa rambla de Sabadell, he estado hojeando La Vanguardia. Sentado en una preciosa sala de principios del siglo XX, a la luz ténue de algunas lámparas de apoyo, la atmósfera animaba a leer opinión. He leído a Zarzalejos, a Mas, a Rahola y a Luna entre otros... Los artículos de Rahola y Luna, junto con la foto que ilustra este post, tomada de la sección de cartas al director de hoy, me han llevado a la reflexión.

Joaquín Luna escribía una oda al empresario y a la empresa privada, tan denostada y demonizada en nuestros días, siempre asociada a oscuros intereses. Esa misma empresa, formada por personas cuya iniciativa es el sustento de nuestra sociedad, se contrapone a menudo en el discurso oficial a lo público, lo legítimo, lo que está libre de intereses, lo neutro, lo bueno. Pilar Rahola cargaba por su parte contra un creciente Estado paternalista, que a través de sus políticos y leyes dirige a los ciudadanos y les dicta el modo correcto de pensar y de ser. Tanto Luna como Rahola se rebelaban contra ese autoritarismo sutil que quiere imponer un único modo de concebir la realidad.

Unas páginas más adelante, me ha dado que pensar la fotografía con la que un lector ilustraba su enfado contra un ciclista. A mi parecer no estorba a nadie en una avenida más que amplia, a pesar de estar fuera del carril bici. No tengo nada en contra de los carriles bici, ni seré yo quien vaya en contra del ordenamiento de lo público a todos los niveles, pero debe ser siempre en su justa medida. Parece que cala el discurso estatalista, y de vez en cuando hay que recordar que ante todo, lo primero somos las personas, con nuestras más variadas opiniones  y acciones, y donde no lleguemos nosotros, deberá intervenir el Estado. Nunca antes. Ese es el principio de subsidiariedad, que parece que en nuestros días se está convirtiendo en el de "substituteidad", en el que el Estado y lo público deja cada vez menos margen a que cada uno exprese y realice sus anhelos y convicciones. Y es peligroso que ese discurso cale, porque nos convierte en ciudadanos cada vez menos responsables, más comodos. La vida está llena de avenidas, de parques, de autopistas, de senderos, de caminitos, de pistas forestales. No dejemos que nadie nos reduzca a un aburrido y autoritario carril único. Primero las personas y luego, el Estado.

lunes, febrero 08, 2016

10 consejos para leer más

Hace tan solo unos meses me encontraba en una situación, con respecto a la lectura, por la que muchas personas pasan: leía a trompicones. Tardaba mucho tiempo en acabar los libros y cuando los acababa, pasaba largas temporadas sin leer, sin apenas darme cuenta, hasta que encontraba otro libro, muchas veces el primero que encontraba. Si has pasado por esta situación y quieres disfrutar más con la lectura, leer con más frecuencia y con más calidad, aquí van diez consejos que pueden ayudarte:

1. Busca razones para leer. Dicen que quien tiene un porqué encuentra un cómo. La primera condición para leer más es saber por qué debes hacerlo. Hace un tiempo escribí un post que puede ayudarte a encontrar razones. Hay muchas más: es uno de los placeres más gratificantes, importantes y útiles que las personas hacemos en nuestra vida.

2. Haz una radiografía de lo que has leído. Lista los libros que has leído: autor, título, y fecha de lectura. Puedes añadirle otros campos a la lista, como la valoración que haces de cada libro, etc. Cuando sabes dónde estás es más fácil saber hacia dónde puedes y quieres ir: con ese histórico sabrás cuáles son tus gustos y tus lagunas. 

3. Redacta una wishlist. Redacta una lista de libros que quieres leer. Algunos te vendrán casi "impuestos" al ver las carencias que hayas observado en tu lista de libros leídos. Otros serán libros que te hayan recomendado, libros que siempre has querido leer, etc. Esta lista te ayudará a tener siempre libros "en cartera", dispuestos para cuando acabes el que estás leyendo. Eso te evitará periodos sin lectura. 


4. Lee buenos libros. Tempus breve est. Hay muchos libros y poco tiempo. Compensa leer buenos libros. El otro día en JotDown leía una interesante conversación entre Javier Cercas y Enric González sobre la lectura. Uno de ellos decía que el novelista sabe "ver lo que hay debajo de las cosas, contar algo más real que la realidad" y añadía: el escritor tiene que "explicarte el alma humana". Hay que leer de todo, pero los buenos libros y autores explican mejor el alma humana que los demás. Aquí va una lista de 100 libros que elaboré hace un tiempo y que puede servirte como guía para leer buenos libros. 

5. Busca un tiempo cada día para leer. No es verdad que no tenemos tiempo para leer. Seguramente es que no tenemos interés. Una vez reforzado el interés (leer es al alma lo que comer al cuerpo), busquemos 10 o 15 minutos de los 1.440 que nos brinda cada jornada, para leer. Sea el tiempo que sea, cuando te pongas a leer evita dejar un capítulo a medias. El capítulo es la unidad mínima, con significado propio, de los libros. 

6. Alterna géneros, autores, formatos, idiomas, épocas, países, etc. Para disfrutar de la lectura es bueno ir alternando novela con biografías, poesía, teatro o ensayos. Tambien alternar libros largos con libros cortos, libros actuales con libros antiguos. Lo mismo es bueno hacer con los autores y sus nacionalidades. Si eres bilingüe, trilingüe o plurilingüe, alterna también idiomas. 

7. No leas más de dos o tres libros a la vez. Hay personas capaces de leer muchos libros a la vez, pero suele ser contraproducente. Los libros son conversaciones, ventanas a distintos mundos y puede ser dificil coordinarlos. Puede que nos perdamos los matices de cada uno de los libros que leemos. 

8. Tómate tiempo para la reflexión. Cuando sabes lo que quieres leer y coges el ritmo, puede pasar que tomes un ritmo que no te deje espacio para la reflexión. En las conversaciones -decíamos que los libros son conversaciones- los silencios son importantes, y también en la lectura. Bastará reflexionar al acabar con la lectura del día sobre qué nos ha querido decir el autor, qué hemos aprendido, etc. Y quizá nos animemos a escribir una pequeña reseña o unas líneas sobre qué ha supuesto ese libro para nosotros al acabarlo. 

9. Utiliza ediciones con aparato crítico. Cuando lees libros con cierto calado, que han influido en su época y posteriormente es bueno dejarse guiar por los expertos y usar ediciones comentadas. Conocer la biografía del autor, sus circunstancias históricas y culturales, las interpretaciones del libro, las notas de los traductores, etc. nos ayudará a entender mejor lo que leemos y la lectura nos será de más provecho.  

10. Habla sobre libros. Lee sobre libros. Anima a leer. El décimo consejo cierra el circulo y es el consejo que debe retroalimentar los puntos anteriormente mencionados. Cuando hablamos y leemos sobre libros, encontramos razones para leer, encontramos nuevas ideas para leer y nos ayuda a reflexionar. Además, cuando animamos a alguien a leer, porque tenemos muy claro el beneficio que supone para nosotros y el  que va a suponer para esa persona, estamos haciendo un favor no solo a esa persona sino a esa incalculable multitud de gente en la que esa persona va a influir a lo largo de los siglos. Vale la pena.